LEER MÁS: Argentina pasa a la final tras golear 3-0 a Croacia.
Emiliano Dibu Martínez provocó a los tiradores colombianos. No a todos. Sólo a los más cancheros: Sánchez, Mina y Borja. A Cuadrado y Cardona no les dijo nada. Atajó tres penales de cinco en las Semifinales de la Copa América 2021. Les infundió a sus rivales un miedo difícil de imaginar en ese nivel. Argentina, después de años de dudas, había encontrado al portero que tanto había querido. Era inmejorable: seguro debajo de los tres postes y con una fortaleza mental que se diseminaba entre sus defensores y, por extensión, en todo el equipo.
El siguiente paso, la victoria sobre Brasil en el Maracaná, consagró a Martínez como un ídolo en tiempo récord. Un año atrás, su nombre apenas había empezado a resonar luego de figurar con el Arsenal en la Final de la FA Cup 2019-2022 contra el Chelsea. Los Gunners lo compraron cuando tenía 17 años. Nunca le dieron oportunidad. De préstamo en préstamo, Martínez vio pasar sus años de juventud: Oxford, Sheffield, Rotherham, Wolverhamtpon, Getafe y Reading. Apenas jugó 14 partidos en diez años con el Arsenal. Por eso la prensa argentina sostenía, por allá de 2020, que no sabía lo que era la presión y que no tenía capacidad de sostener el arco albiceleste.
iempre tuvo que soportar que alguien estuviera por encima de él. Eso sí, aprendió de los mejores: desde Wojciech Szczesny, portero polaco al enfrentó en Qatar 2022, hasta el legendario Petr Cech. Dibu, apodado así por el personaje principal de Mi Familia es un Dibujo, tragó veneno durante muchos años insípidos. Su nombre, su personalidad magnética, su apodo, sus facultades; todo era desconocido para los argentinos. De vez en cuando se le recordaba a manera de dato curioso: ah sí, el portero que se fue a los 17 y nunca pasó nada con él.
Pero en el Mundial de hace cuatro años Martínez se hizo una promesa. Fue un adagio en toda regla. Viajó como aficionado a la Copa del Mundo y entendió que su destino estaba ahí. Era él, pero no su momento. "En Rusia, estaba en la cancha con mi hermano y un amigo, y les prometí que iba a jugar el próximo Mundial", contó a Clarín.
Emiliano Dibu Martínez provocó a los tiradores colombianos. No a todos. Sólo a los más cancheros: Sánchez, Mina y Borja. A Cuadrado y Cardona no les dijo nada. Atajó tres penales de cinco en las Semifinales de la Copa América 2021. Les infundió a sus rivales un miedo difícil de imaginar en ese nivel. Argentina, después de años de dudas, había encontrado al portero que tanto había querido. Era inmejorable: seguro debajo de los tres postes y con una fortaleza mental que se diseminaba entre sus defensores y, por extensión, en todo el equipo.
El siguiente paso, la victoria sobre Brasil en el Maracaná, consagró a Martínez como un ídolo en tiempo récord. Un año atrás, su nombre apenas había empezado a resonar luego de figurar con el Arsenal en la Final de la FA Cup 2019-2022 contra el Chelsea. Los Gunners lo compraron cuando tenía 17 años. Nunca le dieron oportunidad. De préstamo en préstamo, Martínez vio pasar sus años de juventud: Oxford, Sheffield, Rotherham, Wolverhamtpon, Getafe y Reading. Apenas jugó 14 partidos en diez años con el Arsenal. Por eso la prensa argentina sostenía, por allá de 2020, que no sabía lo que era la presión y que no tenía capacidad de sostener el arco albiceleste.
iempre tuvo que soportar que alguien estuviera por encima de él. Eso sí, aprendió de los mejores: desde Wojciech Szczesny, portero polaco al enfrentó en Qatar 2022, hasta el legendario Petr Cech. Dibu, apodado así por el personaje principal de Mi Familia es un Dibujo, tragó veneno durante muchos años insípidos. Su nombre, su personalidad magnética, su apodo, sus facultades; todo era desconocido para los argentinos. De vez en cuando se le recordaba a manera de dato curioso: ah sí, el portero que se fue a los 17 y nunca pasó nada con él.
Pero en el Mundial de hace cuatro años Martínez se hizo una promesa. Fue un adagio en toda regla. Viajó como aficionado a la Copa del Mundo y entendió que su destino estaba ahí. Era él, pero no su momento. "En Rusia, estaba en la cancha con mi hermano y un amigo, y les prometí que iba a jugar el próximo Mundial", contó a Clarín.
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